Desde el s. XIX y con la aparición de
las Exposiciones Universales, el valor
representacional de la arquitectura efímera
empieza a utilizarse como imagen de
marca para productos, ciudades, e incluso
naciones. La Torre Eiffel (Paris, 1.889),
el Atomium (Bruselas, 1.958) o el Space
Needle (Seattle, 1.962) son construcciones
sin las que hoy en día no se puede entender
una visita turística a las ciudades que las
albergan, y todas tienen en común el haber
sido creadas para ser vistas únicamente
durante la Exposición Universal para la
que fueron proyectadas. Estos son tan
solo algunos ejemplos de construcciones
efímeras que por su popularidad han evitado
desaparecer y han conseguido mantenerse
en pie mucho después de que terminara
su función. En otras ocasiones han tenido
que pasar décadas para que se reconociera
su valor, como en el caso del Pabellón
Nacional de Alemania de Mies van der Rohe.
la Exposición Internacional de Barcelona de
1.929, fue desmontado tras la clausura de
la Exposición al año siguiente, como estaba
previsto. Pero con el tiempo se convirtió
en un referente clave para la arquitectura
del s. XX y fue reconstruido en 1.983 en su
localización original.
La naturaleza temporal de estas
construcciones ofrece la oportunidad a
los arquitectos de soñar y experimentar
libremente en forma de pequeños caprichos
arquitectónicos o en acciones urbanas que
alteren el uso del espacio público de forma
temporal. Las construcciones efímeras se
convierten así en una envoltura flexible para
nuevos usos y espacios donde el público es
un elemento más del alma de la edificación
a través de su participación e interacción con
la propia obra.
Es algo que sucede con la discoteca móvil
Kubik del estudio alemán Modulorbeat, una
instalación abierta al aire libre, temporal e
itinerante que ha pasado por ciudades como
Berlín, Barcelona, Hamburgo y Melbourne y
que reduce un club nocturno a lo esencial,
situándolo en un entorno urbano sin uso.
Las paredes que delimitan el espacio están
compuestas por 144 bidones de plástico
reciclados que se iluminan desde el interior y
cambian de color al ritmo de la música.
Hoy en día el punto de mira está puesto en
la concepción de espacios con objetivos
precisos en tiempo y adecuados
al entorno. La experimentación
oscila entre la tecnología más
avanzada y los materiales
baratos, prefabricados e incluso
de deshecho, enfocados hacía la
sostenibilidad y el medioambiente.
Un ejemplo extremo de temporalidad
y sostenibilidad es el ICEHOTEL, un
complejo turístico que ha de ser construido
cada invierno usando hielo y nieve en
la aldea de Jukkasjärvi, en la región deLaponia y que se inspira en las esculturas
de hielo de Sapporo en Japón. A medida
en que se construye ICEHOTEL, utilizando
los materiales propios del invierno, la
planificación pasa a depender de la
naturaleza, por lo que la apertura del
hotel va ligada a la meteorología de cada
temporada. El hecho de que el edificio deba
ser reconstruido anualmente ha servido
de excusa para poder innovar y crear cada
invierno nuevos espacios y ambientes que,
dependiendo de su validez, se recrearán o
no los siguientes años, alejándolo cada día
más de su primera versión, un modesto
iglú de 60 metros cuadrados.
La arquitectura efímera elimina totalmente
los límites a la creatividad en el uso de
materiales: desde un punto de encuentro
lúdico temporal para jóvenes construido
con latas de conserva a un hotel que
durante 72 horas permite dormir en
suites compuestas por prismas de cartón,
pasando por una casa comestible donde
las paredes están sembradas de cultivos
vegetales o un pabellón multi-funcional
construido con 275 toneladas de papel
usado, prensado y embalado en forma de
bloques compactos que permite un buen
aislamiento térmico y acústico.
Pero quizá uno de los usos más interesantes
de la arquitectura efímera sea su aplicación a
la construcción de refugios temporales para
víctimas de emergencias humanitarias en
situaciones de guerra o catástrofes naturales.
Tras el devastador terremoto de 7.9 grados
que sacudió China en mayo de 2008 millones
de personas quedaron sin hogar por lo que
el gobierno del país hizo un llamamiento
para la construcción de 1 millón y medio de
habitáculos de emergencia con una duración
prevista de 2 o 3 años. El arquitecto Ming
Tang propuso Bamboo + Paper House, un
refugio inspirado en las varillas de un paraguas
y el arte del origami. Estas estructuras
flexibles construidas con bambú y papel y de
instalación instantánea tienen el potencial de
poder adecuarse a múltiples configuraciones
según el contexto, las necesidades y la
orografía del espacio y plegarse fácilmente
en un pequeño y ligero paquete para su
transporte allá donde sean requeridas.
A la espera de ser realojadas, muchas
veces las víctimas de desastres naturales
acaban recibiendo cobijo durante largas
temporadas en espacios diáfanos como
son gimnasios, escuelas o pabellones
deportivos. En Japón los arquitectos de
Shigeru Ban Architects han tratado de dar
respuesta a la falta de intimidad de los
evacuados por el Tsunami y el desastre
nuclear de Fukushima gracias a un sistema
modular para crear compartimentos
familiares construido con tubos de cartón
y cortinas de tela. Esta estructura permite
su montaje y desmontaje de manera fácil
y rápida y no necesita ningún tipo de
herramienta para su ensamblaje.
Ejemplos como estos muestran cómo la
arquitectura efímera y sus posibilidades en
el uso de materiales prefabricados, montaje
en seco y economía de medios suponen
un campo de experimentación tanto en
ámbitos de estrategia como de proyecto
y aplicación, obteniendo conocimientos
de gran validez en respuesta a los retos
arquitectónicos presentes y futuros.
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ResponderEliminarMe parece interesante como puede surgir una idea de los famosos origamis o papiroflexia de la cultura oriental para esta arquitectura y como ofrece una solución ante un problema de gran índole.
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